Violencia psicológica y poder: cuando el abuso se disfraza de autoridad
- Erika Monic

- 24 oct
- 3 Min. de lectura

Hay formas de violencia que no golpean el cuerpo, pero dejan cicatrices profundas.La violencia psicológica puede empezar con un comentario humillante, una manipulación sutil o una mirada de desprecio. Lo peligroso es que muchas veces se justifica como “carácter fuerte”, “autoridad” o “liderazgo”.
Un ejemplo estremecedor fue el Experimento de Stanford (1971), llevado al cine en The Experiment. Allí, un grupo de estudiantes interpretó los roles de “guardianes” y “prisioneros”. En pocos días, los supuestos guardianes comenzaron a abusar, humillar y someter a sus compañeros, solo porque podían hacerlo. El experimento tuvo que detenerse antes de tiempo. Lo que reveló fue inquietante: el poder sin límites puede activar lo peor en el ser humano.
El psiquiatra Paul-Claude Racamier hablaba del “noyau pervers” (núcleo perverso): un sistema relacional basado en la manipulación, la mentira y el dominio, donde el otro no es visto como persona, sino como objeto. En ese “núcleo”, el abusador necesita mantener el control para sostener su identidad. Y lo más grave: logra que las víctimas duden de su percepción, se culpen y se sometan.
Racamier también describió las fuerzas centrípeta y centrífuga que operan dentro de estos núcleos.
La fuerza centrípeta atrae, seduce y une: es el magnetismo manipulador que capta y retiene a las víctimas, envolviéndolas en una red de dependencia emocional, miedo o lealtad.
La fuerza centrífuga, en cambio, expulsa todo lo que amenaza la cohesión del sistema: disidentes, críticos, quienes se atreven a señalar el abuso.
De este modo, el núcleo perverso se mantiene cerrado, autorreferencial y resistente al cambio, funcionando como un microcosmos donde el abuso se normaliza y el pensamiento libre es excluido.
Cuando un núcleo perverso se forma en cualquier grupo una familia, una empresa, una pareja o una institución, se vuelve una red de poder invisible, pero devastadora.
¿Qué hacer si identificas un “núcleo perverso”?
1. En la familia:
No busques convencer al abusador: el diálogo directo suele volverse manipulación.
Pon límites claros y protege tu salud mental. El silencio y la distancia son, a veces, la forma más fuerte de defensa.
Busca apoyo emocional o terapéutico. Hablar con alguien fuera del sistema familiar ayuda a recuperar la claridad y romper la culpa.
Si hay niños o personas vulnerables, busca acompañamiento profesional o institucional. El abuso psicológico también deja traumas intergeneracionales.
2. En el trabajo:
Observa los patrones: ¿hay humillación, manipulación, favoritismos, miedo?
Documenta los hechos y conserva pruebas.
No enfrentes solo a quien ostenta el poder; busca aliados, recursos de recursos humanos o instancias externas (defensorías laborales, sindicatos, asesorías psicológicas).
Y sobre todo: no normalices el abuso como “cultura corporativa”. Un entorno laboral sano no necesita miedo para funcionar.
3. En la vida social o institucional:
Desconfía de los discursos que justifican el maltrato “por el bien común” o “porque alguien debe poner orden”.
La verdadera autoridad se ejerce con ética y empatía, no con humillación ni control.
🌱 Romper el círculo del poder abusivo
Racamier advertía que los núcleos perversos se alimentan del silencio, la negación y la fascinación por el poder. Reconocerlos, hablarlos y denunciarlos es una forma de protegerte emocionalmente. Cada vez que alguien pone un límite o decide no participar en la dinámica, el sistema pierde fuerza.
¿Has sentido o visto ese tipo de abuso psicológico en tu entorno familiar o laboral?¿
Qué estrategias crees que ayudan realmente a desactivar esos núcleos de poder destructivo?
Referencias
Zimbardo, P. Stanford Prison Experiment. Stanford University.(1971).
Racamier, P.-C. (1992). Les perversions narcissiques. Paris: Payot.
Película: The Experiment (2010, dir. Paul Scheuring).
Hirigoyen, M.-F. (1998). El acoso moral: El maltrato psicológico en la vida cotidiana. Paidós.



Très intéressant, nous sommes tous concernés dans un moment au plusieurs de notre vie face à ce type de violence, et souvent nous manquons de moyens ou de lucidité pour le combattre